Para qué sirve un microcrédito

<b>Thalia Reyes</b>
Thalia Reyes

Especialista en soporte y éxito del cliente, coordinadora del programa de Remiteros

Muchas veces, las personas que migran se establecen en un nuevo país y deciden empezar con un proyecto propio, con el objetivo de tener una mejor calidad de vida y ayudar a sus familiares en su país natal.

Sin embargo, para armar un emprendimiento, se necesita dinero. Si bien algunas personas pueden comenzar a financiarlo con fondos propios, en muchas ocasiones les es necesario pedir ayuda financiera. Por eso, los microcréditos significan una gran ayuda para aquellos que migran.

Los microcréditos son pequeños préstamos destinados a aquellas personas que por motivos sociales, económicos y culturales están excluidas del sistema económico formal.

En general, están destinados a potenciar actividades de crecimiento, como proyectos, emprendimientos y negocios informales, o la construcción o reforma de viviendas. Tienen como objetivo final lograr una mejora en la vida de las personas y generar oportunidades de progreso.

Sin embargo, en todos estos casos, el factor común que les impide acceder a un crédito tradicional es la falta de garantías suficientes para presentarle a las entidades bancarias.

“El microcrédito es una herramienta fundamental para el crecimiento, sobre todo de las personas que más lo necesitan para crear oportunidades“, explica María Luciana Malvazo, Asociación de la Nada, organización miembro de la Red Argentina de Instituciones de Microcrédito (RADIM).

RADIM es un colectivo que nuclea a varias instituciones argentinas que ofrecen alternativas de finanzas inclusivas. “Es una herramienta de producción y una herramienta de inclusión social”, agrega Malvazo.

¿Cuál es la diferencia entre microcrédito y crédito?

Existen instituciones financieras, como los bancos, que ofrecen créditos a aquellas personas o empresas que necesitan dinero para un proyecto puntual, con la condición de devolverlo más tarde.

Sin embargo, hay muchas personas o emprendimientos que necesitan de estos créditos, pero no tienen acceso al sistema financiero tradicional. Aquí es donde entran en juego los microcréditos.

A diferencia de los créditos, las instituciones emisoras de microcréditos no exigen la demostración de ingresos con documentación. En ese sentido, facilitan el acceso al dinero a aquellas personas que tienen pocos recursos. En cambio, trabajan con herramientas alternativas de garantía, sustentadas en la construcción de confianza en el vínculo entre la organización y la persona que recibe el microcrédito.

“Lamentablemente, estos sectores suelen no estar bancarizados y no tienen la posibilidad de acceder a los créditos tradicionales”, destaca Melina Cerviño, de la Asociación para el Desarrollo Regional de CERES, miembro de RADIM, “Nosotros venimos a reemplazar a ese sector”.

“Los microcréditos son la oportunidad para que las personas que tienen un negocio informal accedan a un financiamiento en la moneda local y en pagos accesibles. Es decir, que se adapten a su capacidad de pago”, explica Francisco Estrada, presidente de RADIM.

¿Cómo se obtiene un microcrédito?

Si bien cada organización trabaja con distintas metodologías y herramientas de garantía, existen criterios generales para todas las instituciones que conforman RADIM al momento de seleccionar a qué personas y/o emprendedores se les puede otorgar el crédito. Entre ellos, están:

  • Ser propietarios del negocio.
  • Que sean negocios autosostenibles.
  • Que el negocio tenga un mínimo de 6 meses o un año de antigüedad.
  • Encontrarse en condiciones de pagar el crédito

Por ejemplo, desde Alternativa 3 y Vivienda Digna, ambas miembros de RADIM, trabajan con el acompañamiento personalizado y la metodología de garantía solidaria. En el caso de Alternativa 3, la garantía solidaria requiere de la formación de grupos cuyos integrantes se hacen garantes el uno del otro.

Es decir que, aunque los créditos se otorgan de forma individual, todos los miembros del grupo son co-deudores del monto solicitado. Por eso, si falta una parte de la cuota a pagar, es el grupo completo el que adeuda y se hace cargo.

Otro caso es el de la Fundación Franciscana, que también forma parte de RADIM. Esta fundación tiene un programa que se llama “Créditos Grupales” que implica la participación de varias personas y la conformación de un grupo al que se le otorgará el crédito.

A su vez, la Fundación Pro Vivienda Social cuenta con un programa llamado “Bankomunales”, conformado por pequeñas organizaciones de vecinos de las comunidades que deciden construir un capital “ahorro” para darse entre sí servicios de financiamiento e inversión.

En el caso de Potenciar Microempresas, esta organización ofrece préstamos para distintos rubros (mercadería, maquinaria y refacción de viviendas, entre otros). Entre los requisitos que exigen, están: ser mayor de 18 años, tener DNI argentino, ser propietario de un negocio y no tener informes negativos en VERAZ o BCRA.

Microcréditos y economía popular

“Los microcréditos cumplen un rol fundamental para las emprendedoras y emprendedores de la economía popular. Los ayuda a potenciar sus proyectos, impulsar sus negocios y que estos generen ingresos para brindarles mayor autonomía económica”, concluye Federico de Galvagni, coordinador del “Programa Emprende” en la Asociación Civil Mujeres 2000, que también forma parte de la red.

Además, según afirma el presidente de RADIM, el principal vínculo entre la economía popular y los microcréditos es que si bien los segundos cumplen una misión similar a la de los subsidios, fomentando el progreso económico de las familias.

“A diferencia de los subsidios, una vez devuelto, el microcrédito permite a las familias ampliar el monto solicitado y lograr una línea de financiamiento que les permita progresar indefinidamente, en la medida en que se pague el préstamo”, agrega Estrada.

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